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La fiebre del litio: cuál es el potencial del recurso en la Argentina

Se multiplican las consultas a los especialistas en minería, aumentan la cantidad de proyectos e incluso los abogados apuestan por este sector. Qué está pasando con las inversiones más allá de ese mineral.



Todos hablan del litio. Las baterías se multiplican en los teléfonos celulares y la industria automotriz pisa el acelerador hacia la electrificación, delineando un recorrido que puede impulsar los precios y multiplicar los proyectos en los próximos años. La Argentina, Chile y Bolivia tienen el 70 por ciento de las reservas mundiales del mineral y semejante riqueza natural despierta entusiasmos de todo tipo. ¿Hay una explosión de proyectos en el país? Los abogados dan su visión.

“La fiebre del litio es real. Pero es un mundo aparte dentro de la minería”, ponen en contexto Sergio Arbeleche y Sebastián Vedoya, socios especializados en la práctica de Bruchou, Fernández Madero & Lombardi. Y explican: “El litio demanda inversiones mucho menores que una explotación metalífera. Un proyecto puede implicar un desembolso de US$ 200 millones, frente a 10 veces más de uno metalífero. Además, su explotación es diferente: se parece en cierto sentido a la industria del petróleo”.

La frase alude a que el modelo del litio es escalable y permite a una empresa ir extendiendo las “piletas” en el área concesionada –el carbonato de litio surge de la evaporación de la salmuera– a medida que obtiene nuevos fondos o que el negocio lo requiere. En ese sentido, contrasta con el fuerte desembolso inicial en obras y puesta a punto que exige cualquier proyecto metalífero, que empieza a facturar en promedio cinco años después.

“El litio es la mayor fuente de buenas noticias que ofrece la minería”, comparte Luis Lucero, socio de Marval, O’´Farrell & Mairal, el estudio más grande del país. Para el experto, la elevación de la minería a rango de ministerio representó un valor simbólico que refleja el lugar que el Gobierno quiere darle a la actividad. Un sector plagado de disparidades donde el fenómeno del litio se transforma, hoy, en una isla.
“El 90 por ciento de las transacciones del último año y medio fueron de litio. Los proyectos están concentrados en Salta, Jujuy y Catamarca, con un incipiente movimiento en San Luis, que no se va a desarrollar hasta que el gobierno provincial dé señales de que quiere promover la minería”, describe Leonardo Rodríguez, el otro socio que conduce la práctica en Marval.

Al revés de lo que sucedió en 2009, cuando hubo movimientos especulativos en torno del litio –diferencia Rodríguez–, esta vez la fiebre global por el mineral tiene sustento, apoyada en la electrificación de la industria automotriz y en el interés creciente de players de todo tipo por asegurarse el acceso al recurso en los próximos años. “Muchas empresas están entrando en proyectos greenfield a los que les falta exploración y mucho trabajo para convertirse en productivos –observa. Aun así, ingresan para asegurarse el abastecimiento de la materia prima”. Se trata de firmas canadienses, australianas, chinas y estadounidenses, detalla. Como particularidad, hay transacciones protagonizadas por personas físicas, que accedieron en el pasado a una concesión y hoy venden sus derechos a exploradoras chicas o se asocian con ellas mediante joint ventures.

El litio cuenta con otra ventaja frente a la minería tradicional, coinciden los abogados: no tiene “mala prensa”. “Es visto como más amigable con el medio ambiente”, apunta Rodríguez. “Las comunidades no lo consideran de alto impacto, como la minería a cielo abierto”, comparte Vedoya.

En plena etapa de producción ya hay dos compañías en el país: Orocobre, en Jujuy (opera en Salar de Olaroz) y FMC Lithium Corporation, en Catamarca (Salar del Hombre Muerto). “Salta lidera la expansión sectorial, con 29 emprendimientos en marcha, de los cuales dos se encuentran en construcción, cuatro en exploración avanzada, 16 en exploración y siete en instancia de prospección”, detalla Adolfo Durañona, socio de Baker McKenzie. “El segundo lugar lo comparten Catamarca y Jujuy, con 13 iniciativas en cada provincia”, completa.
Durañona pone en números el protagonismo ascendente del recurso. Entre 2012 y 2016, según datos del Ministerio de Energía y Minería, la participación argentina en el mercado de derivados de litio creció del 11 al 16 por ciento, y la extracción saltó un 58 por ciento en 2017. El Gobierno aspira a que el país se convierta en uno de los mayores productores mundiales en los próximos años.

“Hoy, el litio es la gran vedette de la minería. Pero el cobre sigue siendo el rey”, matizan Roberto Fortunati y Marcos Moreno Hueyo, socio y asociado de Beccar Varela. “En los autos eléctricos, se utiliza mucho más cobre que litio, para la transmisión y los conectores. De todas formas, es muy bueno que haya un nuevo player dentro de la minería”, agregan. El escenario que se abre para la práctica minera llevó al estudio a reforzar su equipo con la incorporación de Moreno Hueyo, quien se especializó en derecho minero en Chile luego de graduarse en la UBA y trabajó más de tres años en el país trasandino.

Beccar Varela no es el único que movió fichas recientemente. Mitrani Caballero & Ruiz Moreno también apostó al potencial del asesoramiento minero con la incorporación de María Laura Lede Pizzurno, Paula Terrel y Matías Olcese, ex integrantes de la boutique especializada HOLT Abogados. “A diferencia de otros minerales que se pueden adquirir en el mercado, el litio no es una commodity. Por eso, la manera de garantizarse el recurso para empresas como las automotrices es participando a través del equity de las compañías”, apunta Olcese. El estudio asesoró en el due diligence a una división de Toyota –que ya participaba en el proyecto del Salar de Olaroz, en Jujuy– en la compra del 15 por ciento de la propia minera australiana Orocobre, operación por US$ 232 millones.

Fuente: Apertura
Recopilación de noticias por Martin Eraso

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