La empresa automotriz quiere liderar la carrera por los autos eléctricos en la próxima década. Qué modelos lanzará para renovar su oferta. La estrategia en la Argentina y la nueva plataforma para Pacheco.
De afuera, la estructura vidriada anuncia que se trata de un complejo de oficinas o de los headquarters de una empresa. Pero no. Es una planta automotriz. La “fábrica de cristal”, como la denominan en Volkswagen. Ubicada en Dresden, al este de Alemania –ciudad que quedó en ruinas a pocos días de que finalizara la Segunda Guerra Mundial, por el histórico bombardeo de los aliados, y que los alemanes se ocuparon de reconstruir, literalmente, ladrillo por ladrillo en sus principales edificios–, fue levantada en 2002 y hoy cumple una función simbólica para la compañía. El complejo transparente está pensado como un gran centro de exposición, en el que los clientes pueden ver el proceso de producción y retirar su unidad, alojada en la torre cilíndrica que hace juego con las famosas estructuras de vidrio repletas de autos de la sede central de la compañía, en Wolfsburgo. Pero la fábrica también encierra hoy otro significado: con parte de la producción del e-Golf, es un exponente de la estrategia eléctrica de la automotriz y de su apuesta por la movilidad del futuro. Los autos eléctricos son el nuevo norte que se fijó la industria, un rumbo que el reciente Salón de Frankfurt se ocupó de ratificar como nunca. Y Volkswagen quiere liderar ese cambio de paradigma, dos años después del escándalo por la adulteración de emisiones en los motores diesel. En la noche previa a la inauguración del Salón, durante un evento organizado en el mismo pabellón que ocupó en la muestra, Matthias Muller, consejero delegado del Grupo (dueño además de Audi, Seat, Porsche, Skoda, Lamborghini y Ducati, entre otras marcas) anunció que VW invertirá 20.000 millones de euros (unos US$ 23.500 millones) para lanzar 80 nuevos modelos hasta 2025 (50, puramente eléctricos y 30, híbridos) y llegar a 2030 con al menos una variante eléctrica en toda su oferta de productos, que hoy ronda los 300 modelos. El objetivo de la automotriz –resumido en su plan Roadmap E– es vender un millón de modelos eléctricos en los próximos ocho años y encabezar la transformación hacia la movilidad sustentable. En el Salón, VW presentó tres prototipos que anticipan la estrategia de la marca. El I.D., un compacto de arquitectura 100 por ciento eléctrica que se ubica en la categoría del Golf y había sido mostrado como anticipo en París un año atrás, entrará en producción en 2020, lo mismo que el SUV I.D. Crozz. El tercer prototipo, el I.D. Buzz (una van que remite al legendario modelo de VW pero en tono futurista), se fabricará en serie a partir de 2022. El plan ganó voltaje en el último año y medio, explican en el grupo, desde que Muller –que venía de conducir Porsche– tomó el volante luego de la renuncia de Martin Winterkorn, ex CEO ligado al diesel gate. Mientras llegan los modelos sin emisiones diseñados de cero, la automotriz avanza con las versiones híbridas y eléctricas de los existentes. En su fábrica de cristal de Dresden, Volkswagen produce 35 unidades por día del e-Golf. La versión eléctrica de su mediano más exitoso fue presentada en 2014 y su principal mercado, hoy, es Noruega, cuentan en la empresa. En 2016, se patentaron 7000 unidades del e-Golf, sobre poco más de 200.000 matriculaciones entre eléctricos e híbridos en toda Europa, según la asociación de fabricantes del continente. Su precio arranca en los 35.900 euros pero los países europeos otorgan reintegros impositivos para estimular la venta de este tipo de vehículos. Tiene una autonomía de 190 kilómetros y su batería de 300 kilos demora 45 minutos en cargarse en un surtidor de una estación especial –todavía muy escasas en Europa. En un enchufe de un hogar, la carga lleva 13 horas. Con capacidad para producir hasta 150 unidades/día, la fábrica de Dresden podría recibir otros dos modelos en el corto plazo, uno de ellos, la versión eléctrica del Up!. Pero no es una planta común: con piso de madera de arce canadiense y operarios impecablemente vestidos de mameluco blanco, se parece más a un laboratorio que a una línea de montaje tradicional. De punta a punta, el ensamblado de cada e-Golf demora tres días porque el proceso de armado es prácticamente manual (un lujo que la automotriz puede darse por la aún baja demanda del modelo y el rol de centro de innovación que cumple su planta). Cada uno de los operarios (hay 150 en total) tiene en su puesto hasta 12 minutos para la colocación de piezas, cuatro veces más que en la planta de Wolfsburgo, donde todo el proceso lleva seis horas. Nueva plataforma En la Argentina, la corriente eléctrica de Volkswagen se traducirá en la llegada del Golf GTE, la versión híbrida del mediano, en 2018. “Soy muy optimista para el mercado argentino. El Gobierno se movió muy rápido en la reducción de aranceles”, afirma Pablo Di Si, CEO de Volkswagen Argentina, en relación a la baja de impuestos para la importación de modelos híbridos y eléctricos –hoy pagan un arancel del 2 al 5 por ciento, frente al 35 por ciento de los vehículos extra Mercosur. El Golf GTE se posicionará unos US$ 6000 por encima de la versión deportiva GTI y costaría alrededor de US$ 50.000, calcula Hernán Vázquez, vicepresidente de Ventas y Marketing de la automotriz alemana.
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